Mucho se ha hablado y desde hace muchos años sobre Moral (“Disciplina filosófica que estudia el comportamiento humano en cuanto al bien y el mal – Conjunto de costumbres y normas que se consideran buenas para dirigir o juzgar el comportamiento de las personas en una comunidad”), también sobre Ética (“Disciplina filosófica que estudia el bien y el mal y sus relaciones con la moral y el comportamiento humano – Conjunto de costumbres y normas que dirigen o valoran el comportamiento humano en una comunidad”) . Y ahora último y con mayor énfasis hemos empezado a hablar de la Bioética (“Estudio de los aspectos éticos de las ciencias de la vida (medicina y biología, principalmente), así como de las relaciones del hombre con los restantes seres vivos”); podemos incluso encontrar infinidad de acepciones para definir las palabras Moral, Ética y Bioética, pero de verdad y con tanto conocimiento teórico sobre el tema, ¿sabemos a ciencia cierta de que van? ¿sabemos a ciencia cierta cuál es el deber ser de las actuaciones?, no digo que no sea importante el conocimiento profundo y estructurado de los temas, no, es más es indispensable, lo que digo es que de nada sirve a la práctica, al deber ser y a la vida que un profesional posea infinidad de títulos, pregrados, posgrados, magíster, doctorados si ha perdido la capacidad de humanizarse día a día, si ha perdido la capacidad de empatía por el otro, si ha protocolizado al ser humano y deja de reconocerlo en todo momento como sujeto de derechos; cuando el profesional convierte las leyes, las resoluciones, los protocolos internos y las directrices institucionales como apoyo único y requisitos básicos para la toma de decisiones morales, entonces algo está fallando. Por eso, siempre he dicho que el mejor consejo que puedo darle a los profesionales de la salud, es que nunca olviden que el mejor abogado que tienen es la correcta realización de la historia clínica del paciente y que nunca pero nunca pierdan la capacidad de asombro por el dolor del otro, no lo pudo haber expresado mejor el Beato J.H. Newman, cuando afirmó «si la conciencia tiene sus derechos, es porque también tiene sus deberes» y cada uno de nosotros somos responsables de nuestros propios actos sin que podamos delegar en nadie nuestra responsabilidad moral, es pertinente entonces que veamos a los demás con los ojos del corazón, para poder tener empatía con ese otro, para poder comprender las necesidades y los dilemas de ese otro y que la compasión por ese otro, sea el motivo que predomine en sus acciones. Si en sus manos está alivianar la carga del otro, hacerle la vida más llevadera y sacarle una sonrisa y simplemente lo hace, entonces usted entendió de qué va ese deber ser. No pierda su reino por un plato de lentejas y juéguesela en todo momento por tener empatía por el que está en desventaja y si en algún momento debe escoger entre su trabajo y el deber ser, apuéstele al deber ser, siempre habrá otro trabajo.